Me gusta sentir el aire rozar mi piel, ver que la noche
queda atrás con cada paso.
Me gusta pensar que cada tramo dejado atrás puede llegar a
ser incluso especial para alguien.
Y que cada lugar, siempre habita en el recuerdo de cualquier
alma.
Me gusta pensar que no soy la única que presencia el perfecto
desorden de las estrellas que, como cada noche, nos vigilan.
Que observan atentamente, entre cada interrupción.
Que se abrazan, que se consumen.
Que son uno.
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